¿Cómo influye el estrés en el dolor de espalda?

Estrés y dolor de espalda

El estrés, un clásico en la sociedad actual, es un factor muy influyente que aumenta el riesgo de sufrir problemas de espalda.

Es estrés aumenta el riesgo de padecer dolor de espalda, interfiriendo en la coordinación de los grupos musculares y facilitando la aparición de contracturas musculares.

Los diferentes músculos de la espalda se coordinan entre sí para mantener la postura correcta y el equilibrio durante la realización de movimientos. El estrés puede influir en los reflejos nerviosos que garantizan esa coordinación, provocando así movimientos inadecuados y favoreciendo las lesiones.

El estrés puede provocar una disminución del umbral del dolor y hacer que su intensidad parezca mayor de lo que es en realidad, esto es debido a que las estructuras nerviosas se activan cuando hay estrés.

La parte psicológica que implica el estrés influye en la actitud que se tiene frente al dolor de espalda. La actitud ante esto suele ser negativa, pensando que va a interferir en la calidad de vida y que no seremos capaces de recuperarnos por nosotros mismos. Esta negatividad suele reflejarse en un aumento del riesgo de sufrir dolor de espalda o de que perdure durante un tiempo mayor.

dolor-de-espaldaOtro factor influyente es el miedo al dolor generado por el estrés, haciendo que la persona se sienta más vulnerable y deje de hacer ciertas actividades que, a su parecer, aumentan las molestias, lo que a su vez aumenta el estrés.

Con el estrés los músculos nunca se relajan y están permanentemente tensos, lo que dificulta la relajación y mejora del dolor.

Los síntomas del dolor de espalda empeoran con el movimiento, que disminuye aún más el flujo sanguíneo y la oxigenación. Así de esta forma se cae en un círculo vicioso difícil de solucionar, pero no imposible. Es común encontrar ciertas tendencias entre personas estresadas como el sedentarismo, la falta de actividad y la baja forma física.

¿Cómo se trata la relación entre estrés y dolor de espalda?

Ante esta situación, se recomienda tratar ambos problemas por separado y de forma conjunta.

Primeramente, se debe tratar el estrés, intentando resolver las situaciones que lo provocan en la medida de lo posible, así será más fácil tratar el dolor de espalda, pues se conseguirá frenar esa actitud negativa que lo dificulta y reducir la tensión muscular.

Existen algunas acciones o cambios que podemos aplicar a nuestra rutina y que van a ayudar a reducir el estrés moderado, si tu caso se trata de un estrés intenso, fuerte y con gran impacto en tu vida, lo mejor siempre es acudir a un/a profesional que te valore y aconseje.

A la hora de reducir el estrés nos puede ayudar:

Hacer deporte o alguna actividad física a diario para liberar estrés. La actividad física puede ayudar a reducir el dolor de espalda, ejercitar los músculos y reducir y controlar el estrés.
Acostumbrarse a caminar, correr, ir al gimnasio, practicar algún deporte como el tenis o incluso buscar una actividad que además ayude a relajarse mentalmente como el yoga.

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Hablar sobre las emociones y sentimientos. Expresar cómo nos sentimos y qué nos preocupa ayuda a relajarnos, estar más tranquilos y liberar estrés.

Una gran forma de liberar tensión y relajarnos es aprendiendo a desconectar a través de la diversión, por ello buscar actividades que nos hagan reír y disfrutar pueden ser de gran ayuda.

Beber agua para estar correctamente hidratado y eliminar mejor las toxinas.

Evitar o reducir el consumo de productos que nos alteren o activen, como el café y té para no estimular el sistema nervioso y cuidar la alimentación, disminuyendo los azúcares y alimentos grasos.

Otra alternativa para ayudarte a reducir el estrés puede ser la aromaterapia ¿has oído hablar de ello?

Respecto al dolor de espalda, debemos cumplir con las normas que nos enseñan a adoptar una correcta

postura corporal y realizar movimientos de manera óptima para no dañar la musculatura y reducir el riesgo de daños y contracturas.

Trabajar los músculos de la espalda y ejercitarlos para mantenerlos sanos, fuertes y con un menor riesgo de sufrir contracturas. Algunos ejercicios, realizados de forma correcta y con frecuencia pueden resultar de gran ayuda, por ejemplo, la natación suele ser un deporte muy recomendado para personas que tienen problemas de espalda.

Por supuesto, acudir a un/a fisioterapeuta, puede ser de gran utilidad tanto para corregir el dolor ya existente como para evitar que se repita.

En definitiva, podemos decir que el estrés y el dolor de espalda, tanto juntos como de forma independiente, pueden alterar en gran medida la calidad de vida y aunque hay factores psicológicos puede influir bastante y pueden resultar un poco difícil de erradicar, no es imposible.

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